Tras una larga enfermedad degenerativa, una esclerosis múltiple que lo había postrado en silla de ruedas desde la juventud, el famoso gorila albino Copito de Nieve falleció esta semana en el aeropuerto de Bangkok al aplicarle los veterinarios que lo custodiaban una inyección letal para mitigarle el sufrimiento y el tedio vital.
El único gorila blanco del mundo había sido secuestrado en los años sesenta por la guerrilla indígena de negros de un remoto país africano. Tras asesinar a su madre utilizando métodos ponzoñosos y drásticos, los salvajes capturaron a Copito, aún niñito-gorila, y se lo vendieron por 15.000 pesetas al Caudillo, quien, en muestra de buena voluntad para con la ciudad de Barcelona y apoyando el Fórum de las Culturas, lo regaló al zoológico de la localidad.
Copito fue bautizado y aseado para ser posteriormente presentado en sociedad. Hizo buenas migas con el alcalde Porcioles y, aún en cautividad extrema, destacó como un espíritu libre dado a la masturbación en público.
Puesto que los ecologistas siempre se negaron a serrarlo por la mitad para contarle los anillos, nunca se pudo saber a ciencia cierta su edad, pero los expertos aseguran que en el momento de fallecer podía tener unos 3.000 años de edad.
Afilióse al PCE de joven, donde escribió numerosa poesía y novela policíaca. Quizá su creación literaria más famosa sea la del detective Mike Hammer aunque él siempre se consideró «más poeta que otra cosa». No en balde el cantautor Luis Llach musicó numerosos poemas del gorila, entre ellos La gallineta y La gallina turuleca.
Durante su cautividad en el zoo de Barcelona desarrolló una intensa actividad intelectual observando plátanos y se despertó en él un profundo amor por el Egipto faraónico y Marilyn Monroe. Se le acusó por ello de «comercial y mariquita» aunque jamás pudo demostrarse que fuera comercial.
En varias ocasiones el Presidente de la Generalidad quiso condecorarle con la Medalla de Honor de San Jordi aunque Duran y Lleida siempre se mostró cauto y remiso: «Le pincharía», aseguraba el número cuatro de ZiU.
A la esclerosis múltiple que contrajo por vía venérea se le sumó en la última temporada un cáncer de piel muy grotesco que llevó a las autoridades competentes a aislarlo y mantenerlo oculto de la vista de las criaturas.
Sumido en una grave depresión tras dejar de fumar por prescripción médica, la pasada semana Copito de Nieve fue sacrificado en la más estricta intimidad, en la terminal internacional del aeropuerto de la capital de Tailandia.
Su muerte ha puesto más si cabe el dedo en la llaga y ha reabierto el temido debate entre los partidarios de la eutanasia y los detractores de este tipo de crimen. Unos abogan por matar a diestro y siniestro al menor signo de indisposición mientras los otros se mantienen firmes ante la negativa de no tocar ni una coma de la Constitución.
Al conocerse la luctuosa noticia se multiplicaron las muestras de solidaridad y duelo y se abrió la veda para las especulaciones absurdas sobre qué hacer con el cuerpo unánime del gorila. Mientras el alcalde de Barcelona se mostró partidario en un principio de «disecarlo», el teniente coronel del zoológico, Jorge Portabella insistió en deshacerse del cadáver quemándolo. La propuesta de IC-EU-Els Verds-NS/NC de descuartizarlo y venderlo en carnicerías musulmanas fue descartada de inmediato.
Así pues, descansa en paz, Copito de Nieve, gorila guapo.