A bordo de una de las naves que nos llevan a conquistar Mayurqa [Mallorca] hallamos al Infante Guillermo de Moncada quien, junto a su hermano, morirá en combate en Santa Ponsa. Obviamente este dato debe de serle escondido ya que, de otra forma, podría alterar los acontecimientos históricos.
SR. PERELLÓ: ¿Qué os ha impulsado a embarcaros?
GUILLERMO DE MONCADA: La fe en Nuestro Señor, el deseo de llevar fertilidad a tierras moriscas y el ansia de descuartizar moros y conocer a sus mujeres.
S.P.: ¿Sabéis ya que os matarán nada más desembarcar en la isla?
G.M.: ¿Cómo decís?
S.P.: Ejem… Eh… Mmmmmm… ¡Mirad, un gavilán o paloma!
G.M.: Tenéis nariz de moro. ¿No seréis acaso sarraceno?
S.P.: No, válgame Dios.
G.M.: Y tenéis ojos pequeños de judío. Me vienen ganas de atravesaros con mi espada.
S.P.: Me cohibís, señor de Moncada.
G.M.: ¿Qué es eso que lleváis en la cintura?
S.P.: Una riñonera. Es práctica.
G.M.: Consideradla perdida. Me la quedo.
S.P.: Con mucho gusto.
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La anécdota
Durante la travesía de Salou a Mallorca muchos soldados catalanes comentaban que el ambiente a bordo era bueno.