Archivo de la etiqueta: crítica

“Rogue One”: una crítica sin spoilers

Resumiendo en una palabra: gran decepción.

En cuanto a la película, nada de nuevo: tiros y más tiros y al final todos contentos, excepto los malos, que están enfadados porque son malos.

Uno espera que George Lucas empiece a dar respuesta a muchos de los interrogantes que ha ido planteando durante siete episodios de la saga Star Wars. Sin embargo Rogue One no da ni una sola respuesta. Es más, plantea nuevas preguntas.

Primera y principal: ¿es necesario que el volumen de la banda sonora esté tan alto? Los que no apagamos el móvil en el cine agradeceríamos un poco de respeto para poder hablar con tranquilidad cuando recibimos una llamada, y no tener que estar chillando sobre explosiones y disparos de láser.

Segunda: ¿no sería hora de que Lucas cediera la batuta de sus películas a directores más jóvenes? La edad empieza a causar estragos y Lucas se olvida de poner al principio el número de episodio y esas letras flotando en el espacio. Es un fallo garrafal. Nos quedamos sin saber si Rogue One sucede antes o después de la trilogía original, ambientada en 1933.

Es decir, ninguna respuesta a las miles de preguntas que los fans de toda la galaxia tenemos en la cabeza desde el estreno en 1977 de la primera parte, el Episodio IV (sic).

Me hubiese gustado que George Lucas hubiera respondido alguna de estas 10 preguntas:

1. ¿Por qué ese desorden en el estreno de los capítulos? ¿Desidia? ¿Imposición de Antena 3, como hace con Los Simpson?

2. ¿Qué pasa con Jar Jar Binks? Sin duda el personaje más carismático de la saga merece más presencia en las películas. Lucas demostró que pueden añadirse personajes digitales en cada fotograma de las películas antiguas mejorando notablemente la calidad del film. ¿Por qué no Jar Jar Binks en cada plano? Se podría prescindir de R2-D2, un personaje plano e insubstancial y sustituirlo por el simpático Jar.

3. ¿Por qué no se les ven los genitales a C-3PO o a Chewbacca? La ola de puritanismo que invade Hollywood tiene buena parte de culpa, seguramente, pero el público que va a ver cine como Star Wars es suficientemente adulto como para tolerar unos testículos dorados o un gran falo peludo de wookie. Si a eso le añadimos que ninguno de los protagonistas (ni siquiera el villano Darth Maul) fuma o es adicto a la heroína nos damos cuenta de que Lucas es un mojigato preocupado por el qué dirán.

4. ¿Por qué después del Episodio I se desecha sin más la trama sobre el bloqueo económico y las votaciones en el Senado? El virrey Nute Gunray y la Federación de Comercio abrían un abanico inmenso de posibilidades para la aventura con toques keynesianos. Los apasionantes debates en el Senado Galáctico hubieran sido mucho más interesantes que cualquier carrera de vainas o duelo en un planeta de lava. ¿Por qué, George?

5. ¿Por qué la princesa Leia no visita hospitales o realiza más actividades de tipo social? Teniendo aún reciente la muerte de Lady Di, los fans hubieran agradecido que la princesa ejerciera de tal y no de florero, como hace en los 8 episodios. Luego la gente se extraña de que el apoyo a la monarquía decline, y es normal, si Lucas retrata a la Casa Real como a una panda de vagos egoístas.

6. ¿Por qué contrataron a un actor brasileño para hacer de Jabba el Hutt? Su acento es pésimo y, su pronunciación del castellano, tan deficiente que tuvieron que subtitular todas sus escenas. Es tan absurdo como si un brasileño interpretara a Pablo Escobar ¿Es que no hay actores anglosajones rellenitos capaces de bordar el papel de Jabba? Sin pensar demasiado me vienen a la cabeza dos nombres, a modo de ejemplo: Mickey Rooney o Ricky Gervais.

7. ¿Por qué Yoda así hablar? ¿Otro error de cásting? En mi opinión, sí. Es lo que ocurre cuando contratas a un actor especializado en Lope de Vega o en autores del Siglo de Oro y lo dejas sobreactuar. ¿Nadie le advirtió que estaba en una película de ciencia ficción y no en La venganza de Don Mendo?

8. ¿Qué pinta el personaje de Han Solo en la saga? Solamente distrae del conflicto principal, la rivalidad entre el niño Anakin Skywalker y el malvado Sebulba. Aparte de no aportar nada, Harrison Ford está demasiado encasillado en el papel de A propósito de Henry como para que resulte verosímil como pirata espacial.

9. ¿Adónde van los créditos iniciales de cada película? ¿Qué pasa con ellos? ¿Quedan vagando por el espacio? Además de una irresponsabilidad, ya que el Hubble o el Voyager pueden colisionar cualquier día con ellos, es del todo ridículo que nadie a bordo de los destructores espaciales, con toda la tecnología disponible, detecte unos párrafos tan largos y con una tipografía tan grande.

10. ¿Por qué se insinúa en el Episodio V que Darth Vader es el padre de Luke y luego no se vuelve a hablar más sobre el tema? Personalmente creo que es el interrogante más grande de toda la saga. Por no hablar del Humo Negro, claro.

Los pitufos 3D: una crítica

Muchos de ustedes, amables lectores, ya sabrán que he estado en el Festival de cine de Venecia. En el interesante magacín radiofónico El Mundo Today (cuatro estrellas) ya desgrané una pormenorizada crónica tanto del festival (magnífico) como del ambiente (vibrante) como de mis caídas a los canales (varias) de esta bella ciudad a la que mucha gente llama, con razón, “la Venecia de Italia”.

No tuve oportunidad de ver ninguna película de la sección oficial ya que mi acreditación estaba mojada y desteñida. Lejos de desanimarme fui a un locutorio y, gracias a la tecnología streamyng, pude disfrutar de una joya que ha pasado algo desapercibida por nuestras carteleras: Los pitufos 3D.

No es la primera vez que se lleva a la gran pantalla la historia de estas criaturas de la mitología griega. Los más cinéfilos recordarán que Orson Welles hizo una célebre adaptación para la radio y provocó docenas de muertos y un gran éxito de crítica. Más recientemente James Cameron intentó una versión con actores de carne y hueso en Avatar, pero por culpa de la altura de los actores se perdía todo el efecto de enanismo de estos simpáticos caraduras de color azul.

Los pitufos 3D es una película de 2011 dirigida por el siempre vigoréxico Raja Gosnell y protagonizada por Neil Patrick Harris, Jayma Mays y Sofia Vergara, aunque en realidad nos da igual y podría haber estado protagonizada por cajas de cartón porque los verdaderos protagonistas de la función son los pitufos.

Lo primero que llama la atención de la película es que va a tirones. Cada veinte o treinta segundos se para y le cuesta volver a arrancar, lo que le da un ritmo sincopado muy personal.

El cacareado efecto 3D brilla por su ausencia y solamente se logra moviendo la cara muy rápido, alejándola y acercándola al monitor hasta que el encargado del locutorio pakistaní Von Humboldt te llama la atención. Huelga decir que nada más acabar la película tramité una denuncia contra el locutorio por publicidad engañosa. Espero que se les caiga el pelo y se adapten, de una vez por todas, a la tecnología tridimensional.

La trama es muy simple, ya que se trata de una película destinada al público infantil o con graves deficiencias de desarrollo intelectual, por lo que me llamó la atención la cantidad de propaganda de casinos y furcias que aparecía durante todo el metraje tapando, muchas veces, la acción principal. A eso debo añadir que la calidad del sonido era bastante precaria y los sonidos de jackpot y jadeos obscenos hacían prácticamente imposible entender el diálogo, por lo cual no entendí absolutamente nada de la trama.

Otro punto en contra de la película es la calidad de los efectos especiales y de la fotografía. Evidentemente los pitufos están hechos por computadora y por Photoshop por lo que tienen un aspecto gracioso aunque da muchas ganas de pisarlos. Sin embargo toda la película se ve como pixelada, como si Raja Gosnell no tuviera dinero y la hubiera rodado con el teléfono móvil.

Como ocurre últimamente, se trata de la puesta al día de unos personajes clásicos haciéndolos más accesibles al público moderno gracias a la estrategia de ponerles gafas de sol en el cartel.

En definitiva, una hora y media de diversión para toda la familia, aunque conviene evitar a toda costa que la vean los niños por culpa de esa presencia injustificada de casinos y mujeres desnudas. Les aseguro que saldrán del cine (o del locutorio) con una sonrisa en los labios y con unas enormes ganas de apostar y de mantener relaciones sexuales. Muy buena. Cuatro estrellas.

El origen del planeta de los simios: una crítica

Esta acertada crítica se emitió originalmente, con alguna modificación, en el programa El Mundo Today de la Cadena SER.

Hoy toca hablar de todo un taquillazo veraniego: El origen del planeta de los simios, una producción calentita de 2011, dirigida por Rupert Wyatt y protagonizada por James Franco, Andy Serkis y Freida Pinto.

No me ha gustado nada.

Eso sí, hay que destacar el trabajo de los muchachos del Circo del Sol en el papel de simios y en especial a Koko, el chimpancé chiflado, que interpreta a un mono travieso y caradura y que se perfila como serio aspirante al Oscar.

Pero ¿cuál es el argumento de El origen del planeta de los simios?

Bien. Antes de continuar, y si les parece, en vez de escribir El origen del planeta de los simios cada vez que tenga que hacer referencia a El origen del planeta de los simios, para ahorrar tinta escribiré nada más que Simios.

El origen del planeta de los simios narra la historia de unos científicos que juegan a ser dioses y la lían parda. Inoculan unas hormonas a los chimpancés y se vuelven superinteligentes (los chimpancés, no los científicos). Entonces se escapan (los chimpancés) y tienen que huir (los científicos y la población en general, no los chimpancés).

Nos encontramos ante un argumento clásico.

Como curiosidad debo decir que esta película está relacionada de forma sutil con las otras de la saga épica de El planeta de los simios. Los que ya tengan una cierta edad, como yo o José Ramón de la Morena, seguramente recuerden la película El planeta de los simios, con Charlton Heston. Pues bien, ésta es una precuela. Es decir que cuenta lo que pasó antes de que Charlton Heston llegara al planeta y protagonizara una inolvidable carrera de cuádrigas.

Lamentablemente ya no se hacen películas de ese tipo (Charlton Heston).

El origen del planeta de los simios es un drama social, el típico thriller con monos. Para que ustedes, amables lectores, se hagan una idea es como Gorilas en la niebla con más explosiones. O como Doctor Zhivago con más chimpancés sueltos.

El origen del planeta de los simios (o Simios, como prefiero llamarla) es un toque de atención para todos los científicos pero también una interesante reflexión sobre la responsabilidad que acarrea tener monos en la ciudad. Muchas veces olvidamos que, pese a su simpatía y pelo brillante, los monos deben vivir en el campo o en buenos zoológicos. Un gran simio conlleva una gran responsabilidad y las parejas tendrían que pensarlo bien antes de adoptar un monito, ya que son criaturas que se despiertan de madrugada chillando atrozmente y requieren cuidados constantes antes de ser abandonadas en las gasolineras.

Pese a estas prometedoras premisas El origen del planeta de los simios no me ha gustado porque frivoliza el tema de los simios violentos. Todos recordamos lo que ya advirtió Darwin: que los monos evolucionarían y se convertirían en humanos. Pues esta película muestra exactamente eso pero de una forma muy poco profunda. Para que se hagan una idea, mientras los monos destruyen Estados Unidos la banda sonora es una música muy de acción, muy épica. Indudablemente tendría que ser una música muy triste, muy preocupante; algo de Fito y los Fitipaldis, por ejemplo.

Resumiendo: le doy cuatro estrellas. Francamente bien. Para toda la familia, aunque les recomiendo que no vayan a verla con las mascotas, especialmente si están en celo (las mascotas), ya que salen varios simios desnudos.

Transformers 2: una crítica

Acabo de adquirir un flamante aparato reproductor de DWD, el último grito en tecnología audiovisual, y he podido jubilar el destartalado WHS que tantas veladas de entretenimiento me ha proporcionado.

Para estrenarlo nada mejor que un best seller de acción trepidante: Transformers 2.

Desde las primeras escenas uno ya percibe lo espectacular de esta tecnología DWD, que permite disfrutar de una nitidez de imagen soberbia sentado en el sofá o desde detrás del sofá, cuando hay secuencias de miedo.

Pero vamos al tema: la película.

¡Qué calidad de imagen! La fotografía es bellísima (resaltada por la calidad que da el DWD) y muy colorida (y todo ello en un disco del tamaño de un CD-ROM, muy bonito y muy manejable; por no hablar del reproductor: una maravilla de tecnología serbo-croata, un reproductor Prvstgk 1000 con mando a distancia; una ganga de importación, según mi cuñado, que viaja mucho a países del Este por cuestiones de negocios).

Pero no perdamos de vista la película: Transformers 2.

(Aquí debo hacer un pequeño paréntesis para señalar, a mi juicio, el único fallo del reproductor de DWD Prvstgk 1000: consume mucho queroseno. Muchísimo. Una barbaridad. Cada diez minutos hay que rellenar el depósito del grupo electrógeno y, de paso, abrir las ventanas para ventilar la humareda tóxica y lavarse la cara con acetona. Sin embargo, estas pausas resultan un alivio para los oídos, ya que el reproductor no está bien insonorizado y emite un zumbido que puede llegar fácilmente a los 185 dB. Resulta algo molesto al principio, cuando empiezan a sangrarte las orejas, pero las hemorragias suelen ser leves y al cabo de cuatro o cinco semanas recuperas la audición parcialmente. Es por ello que recomiendo envolverse la cabeza con una toalla húmeda, para paliar el dolor y, de paso, para extinguir los incendios esporádicos que provoca el Prvstgk 1000 con sus frecuentes chispazos. Dejando de lado estos detalles, el reproductor de DWD es robusto y va como un tiro. Es una lástima que tanto el mando a distancia como las instrucciones solamente estén disponibles en croata.)

Pero no perdamos el hilo.

Transformers 2 es un thriller que continúa la saga iniciada en Transformers. Lamentablemente esta primera parte se encuentra descatalogada y no he podido verla, con lo que he perdido, sin duda, algunos matices de la historia y me he visto considerablemente mermado a la hora de seguir la trama.

El film está protagonizado por los desconocidos Shia LaBeouf, Megan Fox (ambos en estado de gracia) y el chico que hacía de Jesús Quintana en El gran Lebowski 1.

La historia trata de una serie de misteriosos asesinatos perpetrados por unos robots. Los protagonistas seguirán todas las pistas y, en un brillante golpe de efecto, descubrimos que los robots se transforman en coches para poder esconder su sanguinaria identidad.

Este giro argumental es algo rebuscado y no lo capté hasta la segunda vez que vi la película.

En resumen: una película mediocre para toda la familia, ya que no hay ni un solo desnudo integral, y que merecería un tercer visionado si no fuera porque la Guardia Urbana ha requisado mi flamante reproductor de DWD Prvstgk 1000 por culpa de algunas quejas de mis vecinos. Pese a los esfuerzos de los Cuerpos de Seguridad del Estado creo que la tecnología DWD ha llegado para quedarse y se consolida como una alternativa sólida al imbatible Súper 8.

Los hombres que no amaban a las mujeres: una crítica

Publicado originalmente en El Mundo Today.

Hoy toca hablar de uno de esos autores relativamente desconocidos que sonará bien poco a todo el que no sea amante de la novela policíaca. Ese es mi caso. Se trata de Stieg Larsson.

Su debut literario no presagia nada bueno a priori ya que se trata de la novelización de la película homónima estrenada hace poco. Del film puedo opinar pues me lo he descargado con el eMule desde la Internet. Se trata de una película de alto contenido erótico que roza y, a veces supera con creces, lo pornográfico. El título original en inglés, Boy zone, ha sido traducido aquí por el más alegórico Los hombres que no amaban a las mujeres. Y en cierta manera capta mejor la esencia de la cinta pues el argumento gira en torno a un grupo de buenos amigos que se sodomizan.

Sin embargo (y aquí está la sorpresa agradable) la novelización de la película se toma algunas libertades respecto al original. Desarrolla algo más la trama e introduce algunos personajes secundarios que no son sodomizados. Es más, toda la acción se traslada a Suecia en vez de transcurrir en un sórdido sótano forrado con plástico.

El personaje protagonista, en cualquier caso, sí respeta bastante el referente de la película e, incluso, pierde algunos matices interesantes en su salto al papel. Se trata de un periodista sueco (lo que ya nos prepara para una buena dosis de ciencia ficción) que acepta el encargo de investigar la desaparición de una adolescente, ocurrida varios años antes.

Entonces (y aquí está la sorpresa desagradable) la trama se vuelve realmente confusa, pues empiezan a aparecer personajes con nombres suecos, cosa que hace prácticamente imposible seguir el hilo, pues uno los confunde con muebles de Ikea.

Para llevar a cabo su investigación contrata a una “hacker”. Debo confesar que mi nivel de sueco no es lo suficientemente bueno para saber qué es eso y me pregunto por qué los traductores no se tomaron la molestia de cambiarlo (y ya de paso, los nombres de los personajes por otros en castellano, como Juan, Alejo o etc.)

En cualquier caso la chica se comporta como una prostituta, por lo que deduzco que se trata de una adolescente, y tras varios ires y venires por Suecia, resuelven el caso muy satisfactoriamente dejando tras de sí una alfombra de cadáveres.

En definitiva, se trata de una novela complicada en su lectura y hermética en su comprensión, no apta para consumidores de best sellers. Quizá pudieran reprochársele los excesivos guiños a El código Da Vinci (el protagonista “descorcha un buen vino” en varias ocasiones y utiliza un Mac) y también la moraleja metida con calzador de que los hombres suecos odian al sexo femenino y son poco menos que una organización armada dispuesta a acabar con las mujeres. Supongo que debe de ser una imposición de la férrea censura del país nórdico.

Resumiendo: un regalo original de cara a la Navidad para los intelectuales de la familia y poco más. Seguiremos la pista del señor Larsson, quien, según leo en la Wikipedia, jugó como delantero en el F.C. Barcelona.

“Los hombres que no amaban a las mujeres”, de Stieg Larsson (Ed. Destino, 2008)
640 páginas. 22’50 euros.

Calificación: 4 estrellas.

LOST: una serie que no mata

He conseguido una videocassette de una serie de televisión que se acaba de estrenar en USA. Se titula LOST, que podría traducirse como PERDERSE.

Ilustraré mi crítica con algunas fotografías extraídas de la versión portuguesa de 1959 (Os perdidinhos) ya que me ha resultado imposible encontrar imágenes de la serie americana a través de la internet.

Es una serie interesante, por lo que he podido comprobar. Mi nivel de portugués no es óptimo ni la calidad de la cinta VHS la mejor, pero he podido deducir que trata de un grupo de amigos que deciden estrellar su avión en una isla desierta (Jamaica, probablemente).

El problema comienza cuando algunos mueren a causa del impacto y los supervivientes esperan que los vayan a rescatar. De aquí el título PERDERSE.

La serie es típicamente americana: los actores son portugueses y la trama es hipnótica. Pese a todo confieso que una vez visto el inicio pensé que estaba ante otra típica sit-com como Aquí no hay quien viva o La señora donde las situaciones hilarantes se sucederían en la isla mientras esperan ser rescatados.

Pero no. Resulta que es un drama con ribettes de ciencia ficción, ya que, de repente, los simpáticos náufragos son atacados por un monstruo y la risa se te congela en el espinazo.

El monstruo en acción. Es una especie de humo negro que toma forma de mandril estrábico
El monstruo en acción. Es una especie de humo negro que toma forma de mandril estrábico

Rápidamente la tensión crece y comienzan las primeras tanganas entre los supervivientes. Afortunadamente el oncólogo Jack Shepard coge el toro por las riendas y adopta el rol de líder.

 El atractivo oncólogo Jack Shepard, interpretado en la versión portuguesa por Luiz Alfonso de Feira.
El atractivo oncólogo Jack Shepard, interpretado en la versión portuguesa por Luiz Alfonso de Feira.

A partir de aquí hay un puñado de capítulos intrascendentes trufados de trepidantes escenas de monólogos interiores y viajes en el tiempo hasta que los náufragos hallan en plena selva un búnker abandonado de la época Maya. El búnker es un prodigio de tecnología y nos demuestra hasta que punto nos equivocamos los occidentales exterminando a esta notable cultura.

Bajo una escotilla se esconde un avanzado búnker Maya. En la imagen tres de los protagonistas duermen en el suelo después de causar desperfectos en el mobiliario.
Bajo una escotilla se esconde un avanzado búnker Maya. En la imagen tres de los protagonistas duermen en el suelo después de causar desperfectos en el mobiliario.

Las sorpresas no se acaban aquí. Los náufragos descubren que en la isla vive una secta llamada «Os otros», posiblemente mayas o templarios guardianes del Santo Grial. Esto provoca una retahíla de equívocos y muertes aleatorias.

"Os otros": De izquierda a derecha el pérfido Benjamin Linus, la francesa chalada y un tal Tom.
«Os otros»: De izquierda a derecha el pérfido Benjamin Linus, la francesa chalada y un tal Tom.

La situación es tan insostenible que un grupo de valientes náufragos deciden dejar la serie en barca, hartos de la vida y de los flashbacks que interrumpen totalmente la trama.

Michael y Sawyer, dos de los supervivientes, deciden huir de la isla construyendo un fuera-borda con restos del avión y ramas.
Michael y Sawyer, dos de los supervivientes, deciden huir de la isla construyendo un fuera-borda con restos del avión y ramas.

En definitiva: LOST es una serie que no mata y que seguramente aquí no llegaremos a ver nunca, a no ser que dispongan de contactos adecuados que les puedan conseguir una copia en videocassette, como es mi caso.

Olè! Crítica taurina de San Isidro

toreroCom vostès, amables lectors, sabran sóc un gran amant de la fiesta en general i de la tauromaquia en particular. Per això no he resistit la temptació d’assistir a la corrida d’avui corresponent al torneig internacional San Isidro ’08.

Greu error, com veuran.

El cartell anunciava morlacos de la ganadería del Marqués de Torrelodones i la participació dels diestros José Hernández, Coñón de Córdoba i Maricón de Orihuela, tots ells matadores free lance. L’event s’ha disputat al Royal Lavapiés Arena, amb un aforament per a 86.000 espectadors, que ha registrat un ple històric gràcies, en part, a l’afluència d’aficionats de l’equip visitant.

El primero de la tarde, Garboso, un rabilinguo cardeñoso apitonado de 8.000 quilos ha resultat ser un toro amb garra i José Hernández ha estat malament. Pitos i palmas, al fifty fifty. Correcte amb els ferros ha fallat com un filldeputa amb la suerte de varas i ha estat discret al cuerpo a cuerpo.

El segon toro, Heisenberg (pitoniso rabilampiño amariconao de 18.000 quilos), s’esperava amb ànsia per part del respetable. No en va aquest toro ja va debutar brillantment a la selecció sub 21 i el tendido l’ha rebut amb una ovació a peu dret al crit unànim de «Ra-úl, Ra-úl, Ra-úl». El bitxo s’ha venido arriba i ha empitonat a tort i a dret fins que el jutge de cadira l’ha fet baixar del núvol assenyalant-li una rigurosíssima doble falta que ha encrespat l’humor del público.

Ha mort fenomenalment d’un tret al cap.

El bochorno ha arribat amb la sortida al ruedo de Maricón de Orihuela, que ha estat escridassat per les seves recents declaracions sobre el preu del petroli. Per més inri el toreador ha relliscat amb una pell de plàtan i s’ha obert una cella contra el quitamiedos.

Gusiluz, el tercer de la tarda, calb i passat de pes (318.000 quilos), ha sortit en tromba i l’ha embestit por todo el ojal, tot i que estava en fora de joc. Al final silencio i palmas. Maricón de Orihuela ha estat passiu amb el capote, melangiós amb el ferro i displicent amb l’embrague.

El quart i el cinquè han estat declarat mansos i han tornat a toriles amb evidents símptomes de tenir ganes de plorar. Els ha substituit el sobrero que, quan s’ha retirat el safety car, s’ha dedicat a fer caca al costat dels picadores.

El sisè i últim de la jornada ha resultat ser un vell conegut dels més veterans: Supertoro, un bicharraco manicorto asindromado de Down de 6 milions de quilos. Maricón de Orihuela l’ha desafiat amb un parell de manolitas i el toro s’ha picat. Mentre el torero el castigaba ben castigado a la zona de 6’25, Supertoro ha perdut els papers i li ha propinat un plantillazo al genoll. Maricón de Orihuela ha demanat el canvi amb ostensibles mostres de dolor i se li ha diagnosticat un trencament fibrilar que el mantindrà allunyat de les plazas dues setmanes. Ràpidament ha sortit a escalfar al burladero el jove de la pedrera Serafín Schrödinger, que ha estat correcte, simpàtic i força diligent. Ha demostrat caràcter i raza quan ha triat el ferro 7 per entrar a matar.

En definitiva, una tarda lamentable. No penso tornar als toros en molt temps. I ara, si em disculpen, que els donin molt pel cul i me’n vaig a veure Perdidos.

 

Versión en castellano available en El Mundo Today.

Un disco interesante: Jesús de Nazaret canta en español


Ha salido a la venta un disco interesante. Se trata de una grabación remasterizada a partir de los cilindros de cera originales hallados entre los manuscritos del Qumran, con canciones de Nuestro Señor Jesucristo.

El trabajo se titula Jesús de Nazaret canta en español y es un disco fresco cargado de ritmos esenios que muestra la faceta más folk de un jovencísimo Jesucristo.

Encontraremos doce temas, entre composiciones propias y versiones de otros artistas. Los arreglos son los típicos del folk judío: una flauta, gente dando palmas, percusión a base de piedras y el coro de pastores barítonos del Gólgota.

«Breve historia del tiempo»: una estafa

Me gusta leer antes de dormir. Es una tradición familiar que nos viene de lejos. De los homo erectus, más o menos. Hace unos días, mientras paseaba por una conocida librería bajo la atenta mirada del segurata, me topé con un libro que me llamó la atención inmediatamente. Prácticamente instantáneamente. Se titulaba Breve historia del tiempo, de un tal Stephen Hawking. El título no me dijo nada, pero ya se sabe que en estos tiempos que corren, los títulos son francamente mejorables y, sospecho, que siempre se redactan a último momento y de mala gana, bajo presión de la editorial y de la imprenta. ¡Qué voy a contarles!: La piel fría (Menudo hartón de pensar), Pandora en el Congo (¿se encontrará con Tin-tín?), La plaza del diamante (¿apología antiglobalizadora, quizás?). En fin, la lista es pesada e interminable. Por suerte este libro, Breve historia del tiempo, llevaba subtítulo (una pedantería, por otro lado): «del big bang a los Agujeros negros». En la portada una especie de fenómeno meteorológico que rápidamente reconocí: el famoso tornado Katrina. Y até cabos: Katrina + big bangs = Nueva Orleans. Lo que no me acababa de cuadrar era eso de «agujeros negros». Los buenos músicos de jazz son negros, pero, ¿por qué «agujeros»? ¿Una referencia al sexo anal, tal vez? Siempre he detestado Nueva Orleans. La encuentro una ciudad cargada de supersticiones, prejuicios, vudú y un carnaval de lo más escandaloso. En cambio me encantan las big bangs y todo el jazz en general y hay que reconocer que en Nueva Orleans había muy buenas big bangs. Decidido. Ya tenía lectura para aquella noche.

Una vez en casa me puse el pijama y me acosté, impaciente para ver de qué iba aquel libro que, a priori, reunía dos alicientes apetitosos: el jazz y la destrucción de Nueva Orleans.

Pero nada más abrirlo se me cayeron las almas al suelo. Vi la fotografía del autor en la solapa. ¡Madre santa de Dios! El tal Stephen Hawking es un émulo del tal Ramón Sampedro (aquel caradura que sacó un libro con una foto idéntica al cartel de Mar Adentro). ¿Me habían engañado? ¿Qué puede explicar sobre jazz un tipo que, evidentemente, no podía tener el más mínimo sentido del ritmo más allá de en las pestañas? ¿Era otra apología de la eutanasia, tan en boga últimamente? Pues sí. El libro comienza con un prólogo del célebre parapsicólogo Carl Sagan. Me lo salto sin remordimientos. No quiero charlatanería New Age de chamanes de medio pelo.

Capítulo I. El tal Hawking comienza su panfleto hablando, nada menos, que del ¡universo! Los enormes espacios siderales y todos esos topicazos. Por un momento pensé que el autor era argentino. La novela sigue con la peor descripción de Nueva Orleans que he leído jamás: vaguedades sobre «átomos» y «expansión a lo largo del tiempo». Calma. Démosle un margen de confianza. Un tipo que ha escrito un porrón de páginas con un lápiz en la boca se merece un cierto respeto. Van pasando las páginas. No pillo nada. Supongo que debe tratarse de una introducción. En la sexta página, al final, aparece el que supongo debe ser el protagonista, un tal Newton. El tipo trabaja… ¡mirando por telescopios! Estoy a punto de tirar el libro contra la pared, indignado por esta tomadura de pelo, pero me reprimo. Los vecinos ya me han advertido que les molesta el ruido de los libros contra la pared. En fin. Soy masoquista por naturaleza. Veamos qué nos dice este pseudo-discípulo de Paulo Coelho. El tal Newton no sólo tiene un trabajo ridículo sino que además es una especie de asceta, que se rige por sus propias normas, concretamente las denomina, arrogantemente, «Tres leyes de Newton». ¿Y cuáles serán estas leyes? ¿Respetarás a la Madre Naturaleza? ¿Serás bueno con la comunidad?

Pues no. Su primera ley viene a decir que si no tiene fuerza se mantiene quieto o camina indefinidamente (????). La segunda también tiene tela: «Si tengo fuerzas cambio de dirección». Y la tercera, la répànoiche: «Si me empujan, yo la devuelvo». ¡Carambitas! Pues resulta que un psicótico de este calibre tiene amiguitos: un tal Kepler y un tal Einstein (vaya, qué original). Lo más demencial es que Kepler ¡también trabaja en el tema de los telescopios! Y yo me pregunto, ¿desde cuándo Nueva Orleans ha sido el epicentro mundial de la astronomía? ¿Eh? Que me lo expliquen, porque me parece que aquí alguien está dejando volar la imaginación un poco más de la cuenta. Juro que si el otro, el Einstein también se dedica a los telescopios, cierro el libro y se ha acabado. Pues bien. Por suerte el Einstein este trabaja de oficinista… en Berna, nada menos. Será que les ha ido a visitar, supongo, de vacaciones. Las siguientes páginas son totalmente decepcionantes, con más descripciones nocturnas de Nueva Orleans. Stephen Hawking entra en detalles absolutamente prescindibles, como de qué están hechas las estrellas que se ven en el cielo de Nueva Orleans.

Me salto los dos capítulos siguientes, por repetitivos y crípticos. Voy directamente al capítulo cuatro: Big bang. Vamos al tema jazzístico, que es lo que me interesa. Quizá no tendría que haber obviado dos capítulos porque ahora salen nuevos personajes, un tal Roger Penrose y un tal (agárrense bien) Stephen Hawking. No doy crédito. ¿Puede que este tipo sea tan caradura como para salir en su propia novela como personaje? Pues sí, y no sólo eso. Él y Penrose descubren una big bang en un lugar muy alejado del «universo» (sic) y la presentan al mundo hasta que todo el mundo la acepta y se hace famosa. Deben ser una especie de managers o productores musicales, supongo. Aquí empiezo a temblar. El autor se prepara para describir cómo actúa la big bang.

A ver si, como mínimo, tiene algo de idea de jazz. Dice que al principio estaban concentradísimos y que había una gran masa en un espacio muy pequeño (una manera rebuscada de decir «un garito a reventar») y de repente… una explosión gigante. (¡!) (¿?) Unos tíos, desde el monte Palomar, ni más ni menos, ven esa explosión, como no podía ser de otra manera, ¡con un telescopio! Ignoro completamente el simbolismo del telescopio pero creo rotundamente que me estoy perdiendo algo. Lo que sigue es confusión. Tras el atentado la big bang se separa «en todas direcciones» (sic). Aunque parezca increíble, después hay páginas y más páginas donde se insiste una y otra vez con los telescopios. De Newton y toda la pandilla, ni rastro. En cambio, por la patilla, hace aparecer a una especie de tribu urbana o secta peligrosa y secreta (supongo) llamada los «quarks».

¿Explica el autor qué relación hay entre estos tipos y la malograda big bang? No. Sólo dice que los «quarks» son difíciles de cuantificar y que cuando se los enfoca con luz, se marchan. Muy bien. Queda claro. Veladamente está hablando del Ku Klux Klan. ¿Son ellos los que pusieron la bomba en el garito donde tocaba la big bang? No, si al final todavía tendrá sentido.

Entonces Hawking, sin venir a cuento, pone en marcha una subtrama romántica forzada a todas luces. Nos empieza a hablar de la atracción irresistible entre dos «quarks». Y, ¡sorpresa! Tenemos noticias del amigo de Newton, el señor Einstein. Escribe una carta desde Berna diciendo que el tiempo es relativo y la distancia también y todos esos tópicos de enamorados. Pero… ¿de quién está enamorado? ¿De Newton? Pues posiblemente, porque entonces Hawking nos habla de Newton, pero sólo dice que su estado es de gravedad. ¿Ha enfermado de amor? Ni flowers.

Sin dar más detalles nos recuerda que la big bang se sigue separando cada vez más y que, aunque es relativo, se encuentran con un mecánico, el señor Planck, que regenta un taller que se llama «mecánica cuántica» con un socio que se llama Heisenberg y que, al parecer, no es buena pieza, ya que en principio dice que todo es incierto y es incapaz de decir dónde están los coches y a qué velocidad van. Huelga decir que aquí ya renuncio a encontrar cualquier tipo de lógica a la novela. La curiosidad por ver si el amigo Hawking es capaz de resolver este desaguissé es más fuerte que el sueño. Vuelve a aparecer Einstein, que esta vez se va de vacaciones en el desierto de Nevada con un muchacho (¿un chapero?) llamado Oppenheimer. En medio del desierto hacen pruebas nucleares. Newton, celoso, se marcha al siglo XVII, donde encuentra trabajo a cargo de la corona británica y rehace su vida. Einstein, Oppenheimer y Planck (el del taller) discuten en medio del desierto porque uno dice que no quiere jugar a los dados con Dios. Kepler, a su bola, mira por el telescopio las órbitas de los planetas sobre Nueva Orleans. La big bang dice que un día volverá a juntarse en el mismo punto de donde salieron y formarán un grupo nuevo llamado big crunch. Fin. Y yo me pregunto, señor Hawking big crunch, ¿no sería más provechoso para la Literatura que usted se hubiera dedicado a la petanca paralímpica?