Esta mañana leo con indignación el anuncio a bombo y platillo de que científicos de Corea del Sur han conseguido clonar treinta embriones humanos.
¿Adónde vamos a llegar? Dicen que puede suponer la solución a problemas como el alzheimer y el parkinson. ¿A quién pretenden engañar? Son problemas que no preocupan a los españoles; ni siquiera aparecen en el barómetro del CIS.
Utilizar niños clonados para cuidar de enfermos de alzheimer o de parkinson se me antoja una monstruosidad ética sin precedentes que sólo pretende arañar un puñado de votos de la izquierda radical. ¿Por qué no se dedican los científicos coreanos a experimentos que pongan fin al terrorismo, al paro o al desorbitado precio de la vivienda en vez de embarcarse en empresas contra natura?
¿Alarmismo? No. Primero será un ejército de zombis clonados que cuidarán de nuestros enfermos pero, ¿y luego qué? ¿Coparán puestos de trabajo precario destinados a inmigrantes? ¿Sustituirán a mano de obra cualificada en labores mecánicas y repetitivas en cadenas de montaje? Quién sabe si las multinacionales que huyen de Cataluña en pos de reducir costes no se esconden tras estos intereses aberrantes.
La Iglesia debería mover ficha y pronunciarse sobre tan espinoso tema. No puede mantener una equidistancia cómplice que sólo beneficia a los verdugos.