Cultura #02: Festival de Venecia

JUANRA
Damos la bienvenida a nuestro crítico cultural, nuestra biblioteca andante, que hoy nos saluda desde el extranjero. Buenas tardes Biel (…) ¿Dónde estás?

BIEL
Pues mira, como sabéis esta semana la actualidad cinematográfica estaba en Venecia.

JUANRA
Es cierto. ¿Qué tal por Italia?

BIEL
No, no. Estoy en Venecia. Y seguro que a todos nos viene a la memoria esta canción de Hombres G.

CORTE: “Sufre, mamón, (…) entre polvos pica pica”.

JUANRA
Así que estás en la ciudad de los canales.

BIEL
Efectivamente. Y ahora entiendo porqué la llaman así.

JUANRA
¿Y por qué es?

BIEL
No estoy muy seguro. En cualquier caso estoy aquí para informaros de todo lo que está pasando en el festival de cine, la Biennale, que este año cumple su segissegésimoocteto edición.

JUANRA
¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de momento?

BIEL
Bueno. Sin duda la primera sorpresa es que los seis millones de liras que cambié en el aeropuerto no me sirven de nada porque se han pasado al euro.

JUANRA
Y respecto al festival, ¿qué nos puedes contar? ¿Qué ambiente se respira?

BIEL
Pues el ambiente es francamente bueno. La gente va en grupos, de dos, de tres, o incluso más, y parece que hay cordialidad entre ellos. Incluso hay parejas de novios, o prometidos o amantes o como quieran llamarlo, eso ya a mí no me importa y no me meto.
En definitiva, el ambiente es bastante maravilloso y me encantaría que estuvieras aquí, porque hay muchas diversiones para dos chicos jóvenes como nosotros.

JUANRA
Si te parece hablemos de cine.

BIEL
Claro. Os he traído una entrevista. Podemos escucharla.

CORTE: Chimpancé chillando.

JUANRA
Pero esta entrevista ya nos la pusiste la semana pasada. Es el director de El origen del planeta de los simios.

BIEL
Sí. Bueno. Es que tuve un problema con la grabadora porque se me mojó un poco cuando me caí al canal.

JUANRA
¿Cómo que te caíste al canal?

BIEL
Sólo tres veces. Nunca me acuerdo que están ahí. Y la primera no cuenta, porque fue en el Aeropuerto del Prat.

JUANRA
Tendrías que ver los dientes largos que nos estás poniendo. ¿Y has podido ver a algún famoso?

BIEL
Pues no a demasiados. Ayer vi a un indigente disfrazado de Charlot en la plaza de San Marcos y francamente se parecía mucho aunque olía fuerte.

JUANRA
¿Y qué películas has visto? ¿Cómo pinta el palmarés?

BIEL
La verdad es que sólo he visto Los pitufos.

JUANRA
Pero Los pitufos no compite en la sección oficial. De hecho se estrenó hace un mes.

BIEL
Es verdad, pero es que para conseguir una entrada en la mostra, ya sabes cómo es esto, Juanra. Un montón de gente, los cines llenísimos, perdí la acreditación… Así que me fui a un locutorio y vi Los pitufos en cinetube, en streaming.

JUANRA
¿Y qué te pareció?

BIEL
Le doy cuatro estrellas porque estaba muy pixelada. A ver, no es como la versión de Orson Welles pero me reí mucho hasta el final, que descubrí que me habían robado la riñonera.

JUANRA
Estupenda crónica desde Venecia. ¿Cuándo vuelves, Biel?

BIEL
Pues cuando hable con el consulado o cuando me mandéis euros.

JUANRA
Pues nada, sigue disfrutando del festival. Un abrazo.

BIEL
Un cordial saludo, y sacadme de aquí.

CORTE: “Venezia”, de Hombres G.

Programa completo aquí

El origen del planeta de los simios: una crítica

Esta acertada crítica se emitió originalmente, con alguna modificación, en el programa El Mundo Today de la Cadena SER.

Hoy toca hablar de todo un taquillazo veraniego: El origen del planeta de los simios, una producción calentita de 2011, dirigida por Rupert Wyatt y protagonizada por James Franco, Andy Serkis y Freida Pinto.

No me ha gustado nada.

Eso sí, hay que destacar el trabajo de los muchachos del Circo del Sol en el papel de simios y en especial a Koko, el chimpancé chiflado, que interpreta a un mono travieso y caradura y que se perfila como serio aspirante al Oscar.

Pero ¿cuál es el argumento de El origen del planeta de los simios?

Bien. Antes de continuar, y si les parece, en vez de escribir El origen del planeta de los simios cada vez que tenga que hacer referencia a El origen del planeta de los simios, para ahorrar tinta escribiré nada más que Simios.

El origen del planeta de los simios narra la historia de unos científicos que juegan a ser dioses y la lían parda. Inoculan unas hormonas a los chimpancés y se vuelven superinteligentes (los chimpancés, no los científicos). Entonces se escapan (los chimpancés) y tienen que huir (los científicos y la población en general, no los chimpancés).

Nos encontramos ante un argumento clásico.

Como curiosidad debo decir que esta película está relacionada de forma sutil con las otras de la saga épica de El planeta de los simios. Los que ya tengan una cierta edad, como yo o José Ramón de la Morena, seguramente recuerden la película El planeta de los simios, con Charlton Heston. Pues bien, ésta es una precuela. Es decir que cuenta lo que pasó antes de que Charlton Heston llegara al planeta y protagonizara una inolvidable carrera de cuádrigas.

Lamentablemente ya no se hacen películas de ese tipo (Charlton Heston).

El origen del planeta de los simios es un drama social, el típico thriller con monos. Para que ustedes, amables lectores, se hagan una idea es como Gorilas en la niebla con más explosiones. O como Doctor Zhivago con más chimpancés sueltos.

El origen del planeta de los simios (o Simios, como prefiero llamarla) es un toque de atención para todos los científicos pero también una interesante reflexión sobre la responsabilidad que acarrea tener monos en la ciudad. Muchas veces olvidamos que, pese a su simpatía y pelo brillante, los monos deben vivir en el campo o en buenos zoológicos. Un gran simio conlleva una gran responsabilidad y las parejas tendrían que pensarlo bien antes de adoptar un monito, ya que son criaturas que se despiertan de madrugada chillando atrozmente y requieren cuidados constantes antes de ser abandonadas en las gasolineras.

Pese a estas prometedoras premisas El origen del planeta de los simios no me ha gustado porque frivoliza el tema de los simios violentos. Todos recordamos lo que ya advirtió Darwin: que los monos evolucionarían y se convertirían en humanos. Pues esta película muestra exactamente eso pero de una forma muy poco profunda. Para que se hagan una idea, mientras los monos destruyen Estados Unidos la banda sonora es una música muy de acción, muy épica. Indudablemente tendría que ser una música muy triste, muy preocupante; algo de Fito y los Fitipaldis, por ejemplo.

Resumiendo: le doy cuatro estrellas. Francamente bien. Para toda la familia, aunque les recomiendo que no vayan a verla con las mascotas, especialmente si están en celo (las mascotas), ya que salen varios simios desnudos.

¿Qué es el átomo?

Hoy les ofrezco una humilde lección magistral de ciencia. No lo hago por gusto, sino por responsabilidad, ya que hay mucha ignorancia y mucha opinión interesada al respecto.

Empecemos por lo básico.

¿Qué es un átomo?

La palabra átomo significa “indivisible” en griego o “bola muy pequeña” en francés. Pero este dato es irrelevante. Lo que de verdad importa es que en el universo, y especialmente en Occidente, casi todo está hecho de átomos.

¿Qué tamaño tiene un átomo?

Esta pregunta es difícil de responder. Para hacernos una idea, el átomo (o “bola muy pequeña indivisible”, recordémoslo) tiene el tamaño de una uña mediana, o ligeramente más pequeño, lo que los hace casi indetectables al ojo humano. Para poder observarlos es necesario recurrir a complejos sistemas de CD-ROM y electrónica.

¿Cómo es un átomo?

Imaginemos un huevo. Un átomo vendría a ser básicamente como un huevo. Es decir, redondo. Aunque está claro que dependiendo del huevo. Hay huevos de varias formas y tamaños. Pese a todo, visualicemos un huevo de gallina común.

Hemos quedado en que el átomo es redondo. Bien. Ahora viene lo más sorprendente. Al igual que pasa con los huevos, alrededor del átomo hay minúsculas partículas que giran en órbita a su alrededor.

Por supuesto que alrededor de los huevos no orbita nada, en principio. Pero para nuestra analogía no conviene enredarnos en detalles.

Imaginemos cosas pequeñas orbitando alrededor del huevo. Por ejemplo, otros huevos más pequeños girando frenéticamente alrededor del huevo grande (o normal). Para entender por qué las partículas (o huevos pequeños) dan vueltas al átomo (o huevo grande (o normal)) hay que tener en cuenta el campo gravitatorio del huevo.

Es cierto que el campo gravitatorio de los huevos es despreciable; prácticamente nulo. Quizá la analogía del huevo no sea la óptima, pero hagamos un acto de fe e imaginemos que el huevo central (redondo y normal, no lo olvidemos) atrae con fuerza a los otros huevos pequeños. Esa fuerza mantiene unido el átomo y sus partículas. Es como si del súper huevo inicial partieran unas enormes grúas que hacen girar los huevos vertiginosamente.

Lo más sorprendente de todo es que estas “bolas muy pequeñas indivisibles” (o átomos) (o huevos) tienen en su interior una fuerza descomunal. Imaginemos al pollito dentro del huevo. Un pollito de fuerza descomunal haciendo movimientos rápidos. Eso es el átomo. Es por eso que cuando hacemos chocar dos huevos, los pollitos explotan como una bomba atómica.

En realidad no explotan. O no lo hacen con una potencia comparable a una bomba atómica. No hay datos fiables de la cantidad de personas que han muerto al hacer chocar dos huevos pero, sin duda, tiene que ser una cifra no muy alarmante.

La analogía del huevo es muy deficiente.

Volvamos a empezar. ¿Qué es el átomo? Imaginemos una riñonera mediana…

Transformers 2: una crítica

Acabo de adquirir un flamante aparato reproductor de DWD, el último grito en tecnología audiovisual, y he podido jubilar el destartalado WHS que tantas veladas de entretenimiento me ha proporcionado.

Para estrenarlo nada mejor que un best seller de acción trepidante: Transformers 2.

Desde las primeras escenas uno ya percibe lo espectacular de esta tecnología DWD, que permite disfrutar de una nitidez de imagen soberbia sentado en el sofá o desde detrás del sofá, cuando hay secuencias de miedo.

Pero vamos al tema: la película.

¡Qué calidad de imagen! La fotografía es bellísima (resaltada por la calidad que da el DWD) y muy colorida (y todo ello en un disco del tamaño de un CD-ROM, muy bonito y muy manejable; por no hablar del reproductor: una maravilla de tecnología serbo-croata, un reproductor Prvstgk 1000 con mando a distancia; una ganga de importación, según mi cuñado, que viaja mucho a países del Este por cuestiones de negocios).

Pero no perdamos de vista la película: Transformers 2.

(Aquí debo hacer un pequeño paréntesis para señalar, a mi juicio, el único fallo del reproductor de DWD Prvstgk 1000: consume mucho queroseno. Muchísimo. Una barbaridad. Cada diez minutos hay que rellenar el depósito del grupo electrógeno y, de paso, abrir las ventanas para ventilar la humareda tóxica y lavarse la cara con acetona. Sin embargo, estas pausas resultan un alivio para los oídos, ya que el reproductor no está bien insonorizado y emite un zumbido que puede llegar fácilmente a los 185 dB. Resulta algo molesto al principio, cuando empiezan a sangrarte las orejas, pero las hemorragias suelen ser leves y al cabo de cuatro o cinco semanas recuperas la audición parcialmente. Es por ello que recomiendo envolverse la cabeza con una toalla húmeda, para paliar el dolor y, de paso, para extinguir los incendios esporádicos que provoca el Prvstgk 1000 con sus frecuentes chispazos. Dejando de lado estos detalles, el reproductor de DWD es robusto y va como un tiro. Es una lástima que tanto el mando a distancia como las instrucciones solamente estén disponibles en croata.)

Pero no perdamos el hilo.

Transformers 2 es un thriller que continúa la saga iniciada en Transformers. Lamentablemente esta primera parte se encuentra descatalogada y no he podido verla, con lo que he perdido, sin duda, algunos matices de la historia y me he visto considerablemente mermado a la hora de seguir la trama.

El film está protagonizado por los desconocidos Shia LaBeouf, Megan Fox (ambos en estado de gracia) y el chico que hacía de Jesús Quintana en El gran Lebowski 1.

La historia trata de una serie de misteriosos asesinatos perpetrados por unos robots. Los protagonistas seguirán todas las pistas y, en un brillante golpe de efecto, descubrimos que los robots se transforman en coches para poder esconder su sanguinaria identidad.

Este giro argumental es algo rebuscado y no lo capté hasta la segunda vez que vi la película.

En resumen: una película mediocre para toda la familia, ya que no hay ni un solo desnudo integral, y que merecería un tercer visionado si no fuera porque la Guardia Urbana ha requisado mi flamante reproductor de DWD Prvstgk 1000 por culpa de algunas quejas de mis vecinos. Pese a los esfuerzos de los Cuerpos de Seguridad del Estado creo que la tecnología DWD ha llegado para quedarse y se consolida como una alternativa sólida al imbatible Súper 8.

Mark Twain y la Biblia

Espero que a Mr. Twain no le moleste que publique este fragmento. Si le molesta, que me lo haga saber y lo retiraré:

Os contaré un cuento agradable que tiene un toque de Patetismo. Un hombre se convirtió [al cristianismo] y le preguntó al sacerdote qué debía hacer para ser digno del nuevo estado. El sacerdote dijo: «Imita a nuestro Padre celestial, aprende a ser como Él». El hombre estudió la Biblia diligentemente, a fondo y comprendiendo, y luego de solicitar con oraciones la guía divina, estableció sus imitaciones. Engañó a su mujer para que se cayera por las escaleras, y se rompió la columna, quedando paralítica para toda su vida. Puso a su hermano en manos de un estafador que le robó todo, y lo dejó en un asilo. Inoculó a un hijo el anquilostoma, a otro la enfermedad del sueño, y a otro la gonorrea. Proporcionó la escarlatina a una hija a la que introdujo en la adolescencia sorda, muda y ciega de por vida, y, tras ayudar a un granuja a seducir a la que le quedaba, le cerró las puertas y murió en un prostíbulo maldiciéndole. Luego informó al sacerdote quien le dijo que ésa no era manera de imitar a su Padre celestial. El converso preguntó que dónde había fallado, pero el sacerdote cambió de tema y le preguntó por el tiempo que hacía en su pueblo.

De Cartas desde la Tierra. Publicado también en Escritos irreverentes y La Biblia según Mark Twain.

Biel Perelló