Publicado originalmente en El Mundo Today.
Confusión, incertidumbre, melancolía. Tres palabras que definen perfectamente lo que está pasando ahora mismo en Malasia. Demasiados días sin noticias del vuelo MH370 que se perdió en algún lugar del Índico, según varios expertos. Un experto, sin embargo, opina que el vuelo desapareció en varios lugares del Índico. A la confusión sobre el paradero del vuelo malayo hay que añadir la confusión sobre mi propio paradero.
No tengo más que palabras de agradecimiento para los editores de El Mundo Today, que han considerado que debía desplazarme al lugar de los hechos (sic) para escribir esta crónica. Un medio de comunicación mediocre habría mandado a su corresponsal en un vuelo directo a Malasia. Doce horas. Sin escalas, sin tiempo para aclimatarse. Sin embargo, en un alarde de generosidad y buen hacer periodístico, los responsables de esta publicación no han escatimado en escalas, en interminables vuelos de compañías low cost, para que viviese en carne propia la incertidumbre, el espanto y la melancolía.
Tras un primer aterrizaje de emergencia en Bilbao (donde extravié el equipaje de mano), volé con SuperCheap Airlanes a Lanzarote (donde fui estafado por unos maleantes). En Santiago de Chile di por perdido el equipaje, aunque no hubo tiempo para reclamaciones, pues tuve que ir a la carrera para enlazar con el vuelo hacia Oslo. En Sheffield (creo) fui atracado (por los mismos maleantes de Lanzarote, irónicamente). Estoy casi seguro de que hicimos una parada técnica en Nuku Hiva, en la Polinesia Francesa, aunque no puedo asegurarlo, pues fui drogado (esta vez por las azafatas) y recobré el conocimiento, desnudo y en la fila 23 del vuelo Palma-Stuttgart.
Lo único que puedo afirmar rotundamente es que ahora me hallo en el extranjero (los policías que me detuvieron y apalearon en el calabozo parecían asiáticos) y que todos los carteles del aeropuerto están escritos en cirílico.
No seré yo quien me queje. Al contrario. Encontrar el vuelo MH370 es la máxima prioridad, pero agradecería que alguien me enviase ropa y un poco de dinero.