Muchos de ustedes, amables lectores, ya sabrán que he estado en el Festival de cine de Venecia. En el interesante magacín radiofónico El Mundo Today (cuatro estrellas) ya desgrané una pormenorizada crónica tanto del festival (magnífico) como del ambiente (vibrante) como de mis caídas a los canales (varias) de esta bella ciudad a la que mucha gente llama, con razón, “la Venecia de Italia”.
No tuve oportunidad de ver ninguna película de la sección oficial ya que mi acreditación estaba mojada y desteñida. Lejos de desanimarme fui a un locutorio y, gracias a la tecnología streamyng, pude disfrutar de una joya que ha pasado algo desapercibida por nuestras carteleras: Los pitufos 3D.
No es la primera vez que se lleva a la gran pantalla la historia de estas criaturas de la mitología griega. Los más cinéfilos recordarán que Orson Welles hizo una célebre adaptación para la radio y provocó docenas de muertos y un gran éxito de crítica. Más recientemente James Cameron intentó una versión con actores de carne y hueso en Avatar, pero por culpa de la altura de los actores se perdía todo el efecto de enanismo de estos simpáticos caraduras de color azul.
Los pitufos 3D es una película de 2011 dirigida por el siempre vigoréxico Raja Gosnell y protagonizada por Neil Patrick Harris, Jayma Mays y Sofia Vergara, aunque en realidad nos da igual y podría haber estado protagonizada por cajas de cartón porque los verdaderos protagonistas de la función son los pitufos.
Lo primero que llama la atención de la película es que va a tirones. Cada veinte o treinta segundos se para y le cuesta volver a arrancar, lo que le da un ritmo sincopado muy personal.
El cacareado efecto 3D brilla por su ausencia y solamente se logra moviendo la cara muy rápido, alejándola y acercándola al monitor hasta que el encargado del locutorio pakistaní Von Humboldt te llama la atención. Huelga decir que nada más acabar la película tramité una denuncia contra el locutorio por publicidad engañosa. Espero que se les caiga el pelo y se adapten, de una vez por todas, a la tecnología tridimensional.
La trama es muy simple, ya que se trata de una película destinada al público infantil o con graves deficiencias de desarrollo intelectual, por lo que me llamó la atención la cantidad de propaganda de casinos y furcias que aparecía durante todo el metraje tapando, muchas veces, la acción principal. A eso debo añadir que la calidad del sonido era bastante precaria y los sonidos de jackpot y jadeos obscenos hacían prácticamente imposible entender el diálogo, por lo cual no entendí absolutamente nada de la trama.
Otro punto en contra de la película es la calidad de los efectos especiales y de la fotografía. Evidentemente los pitufos están hechos por computadora y por Photoshop por lo que tienen un aspecto gracioso aunque da muchas ganas de pisarlos. Sin embargo toda la película se ve como pixelada, como si Raja Gosnell no tuviera dinero y la hubiera rodado con el teléfono móvil.
Como ocurre últimamente, se trata de la puesta al día de unos personajes clásicos haciéndolos más accesibles al público moderno gracias a la estrategia de ponerles gafas de sol en el cartel.
En definitiva, una hora y media de diversión para toda la familia, aunque conviene evitar a toda costa que la vean los niños por culpa de esa presencia injustificada de casinos y mujeres desnudas. Les aseguro que saldrán del cine (o del locutorio) con una sonrisa en los labios y con unas enormes ganas de apostar y de mantener relaciones sexuales. Muy buena. Cuatro estrellas.