Cuando Darwin publicó su panfleto sobre darwinismo allá por el año 1841 (treinta o cuarenta años más o menos) Europa vivía el nacimiento simultaneo de otras ideologías que, a la larga, llenarían las calles europeas de muerte y de destrucción, como el marxismo, el psicoanálisis o el nietzscheísmo.
El camino del darwinismo, sin embargo, fue mucho más corto y, afortunadamente, más breve. Charles Darwin, que ni tan siquiera pertenecía a la cámara de los Lores, impulsó una ley sobre la Evolución (sic) que, obviamente, los parlamentarios no aceptaron ni en broma. Debe recordarse que la ley de Darwin nunca se llegó a votar en el Parlamento. Nunca. Pero incomprensiblemente las ideas revolucionarias de Darwin salieron adelante y, lentamente, la sociedad victoriana fue aceptando que el mono tenía que evolucionar hasta convertirse en humano. Se promulgó un edicto por el cual todos los simios de Inglaterra se convirtieron en hombres y Darwin cerró el puño dentro de su bolsillo en señal de victoria.
Los efectos de aquella (r)evolución fueron fatales para los británicos. De un día para otro la población se duplicó y Londres sufrió una superpoblación espantosa. Por culpa de los nuevos humanos no había ni trabajo ni alimento para todos. Dickens lo expresó magistralmente en su ensayo Oliver Twist:
Por culpa de los nuevos humanos no había ni trabajo ni alimento para todos.
La crisis desembocó en la revolución industrial y en las guerras anglo-boers, con resultados ambivalentes. Por eso, cuando hoy se habla tan a la ligera de darwinismo y de creacionismo o de diseño inteligente debemos mirar hacia atrás y recordar que la Historia está allí para algo y no solo para ponerse el sombrero.
BIBLIOGRAFÍA:
– On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life. Charles Darwin
– An Essay on the Principle of Population. Thomas Robert Malthus
– The selfish gene. Richard Dawkins
– Wonderful Life: The Burgess Shale and the Nature of History. Stephen Jay Gould
– The Origin of Humankind. Richard Leakey
– Oliver Twist. Charles Dickens
– My 100 favourite prophecies. Nostradamus
Biel Perelló es periodista divulgativo y ha viajado a Inglaterra y a Sudáfrica.
De tot això podem concloure que l’enunciat de la cuausalitat és vàlid encara avui: tota bona acció te el seu càstig… (o aplicat al periodisme, com he llegit a la prensa local el dia d’avui: tota bona noticia, té el seu damnificat…)
No podem prendre a la «torera» valenta fets de la nostra història que ens condemnarien a una espiral de fets catastròfics, com van ser l’Exposició Universal del 1888, que va desembocar en els tràgics fets de la guerra de Cuba i el començament del cinema en blanc-i-negre acolorit.
Això es demostra amb el fet que l’Expo de Sevilla 92 gairebé implica el final de l’imperi d’ultramar de l’Illa de Perejil… i no sabem que ens portarà el futur…
Que l’evolució ens sigui propicia…