Rebuscando entre mis notas y mis dispersos efectos personales tras una explosión de gas en mi domicilio particular, encontré, entre otras perlas, una gráfica de audiencias de la televisión venezolana correspondiente al tercer semestre del pasado ejercicio.
Grata fue mi sorpresa al comprobar que el ecléctico gusto del telespectador medio de aquélla república lanza jugosas reflexiones que conviene tener en cuenta.
Llama la atención que en el país venezolano el programa de mayor audiencia durante el periodo fuera la conocidísima soap sit drame colombiana Yo soy Betty la fea. Uno se pregunta inmediatamente si la admiración por el culebrón del país vecino tiene algo de demagógico, de envidia solapada o de complejo de castración. Tales sospechas no hacen más que confirmarse observando el espectacular cher (share) obtenido por el film de Spike Lee Clockers, que fue emitido el 21 de agosto en el espacio Súper Cine Charro .
Da la impresión, asimismo, que la complicada situación política que atraviesa Venezuela tiene su reflejo en los programas que más interesan en la televisión pública y que permiten al espectador medio sublimar sus miedos y odios mediante el ejercicio del boyerismo. Ejemplos contundentes son la gran aceptación del partido de basquebol Tau-Fuenlabrada (emitido por AstraCaribe) y de la serie de policías Los faisanes de las cejas, una farsa en clave de tolchou donde varios agentes del cuerpo de seguridad cocinan en diferentes puntos del continente latinoamericano.
Sin embargo, estos claros ejemplos no deben llevarnos al engaño de creer que la televisión pública venezolana es un camino de rosas. Queden ahí rotundos fracasos como el concurso familiar La bañera femenina o los espacios informativos Hacia dónde camina ese chamo o Jaimes en acción, ambos conducidos con sutil ironía por el popular comunicador José Cernícalo Higosas que realiza doblete presentando en el canal de pago FerrocarrilTV el espacio lúdico Culatazo amigo.
En resumen, que uno no debe tomarse a la ligera los conflictos internos de un país sin haber repasado antes cómo funciona su televisión pública. Venezuela es un caso singular que aúna chabacanería con transparencia y rigor.
Buenos días.